Los hedonistas

Este mes se celebró la Semana de la Lactancia Materna. Creo que debería ser todo el año. Las palabras que se juntaron en este texto no son más que mi propia experiencia y las quiero compartir con quien desee leerlas. Las escribí pensando en dar ánimos a las mamás que están batallando en dar la teta o dar mamadera. Espero que sirva de orientación.

Por Verónica “Wera” Taft

Mi papá decía que dar la teta es algo hedonista.

Tuve que buscar el significado.

Y cuánta razón tenía.

Dar la teta da placer. Alegría. Es una conexión única, inexplicable. Tiene algo de magia, de misterio. Está lleno de amor, de olores únicos, de lazos que se afianzan y profundizan. Es un momento donde una se brinda entera, así, sin tapujos.

Pero también duele, cansa, lastima, agota, da calor, da dolor de espalda, de cuello, provoca estrías, mastitis y otras cosas más que no recuerdo.

Con mi primera hija batallé los primeros 3 meses, hasta que conocí a mi asesora de lactancia y gracias a ella aprendí que dar la teta no duele. Y que había que disfrutar. No como un mandato, sino como una realidad.

Cuando hice el curso de preparto no me explicaron demasiado el tema de la lactancia. Pensaba que iba a ser muy simple, poner a la bebé en la teta y listo. Nunca nadie me dijo que había posturas para dar la teta. Que me podía lastimar si el agarre no era bueno, que ella no tenía que pasar hambre, que hay brotes de crecimiento, que la teta se da sin horarios, cuando y donde el bebé quiera (a demanda) y que los chicos cambian todos los días, todo el tiempo. Que si hoy tomó 5 veces, mañana puede tomar 20. Y después 7. Que pueden tomar 5 minutos o estar prendidos 2 horas. Y que está bien. ¡Y que los bebés muerden!

Tampoco me dijeron sobre las cacas del bebé. Solo sabía del famoso meconio.

Mi primer mes fue horrible. Desesperante. Mi hija lloraba y no sabía por qué. El pediatra me dijo que le suplementara con fórmula, pero no me dijo por qué ni cómo sacársela, ni por cuánto tiempo, ni nada de nada. Yo lloraba a la par de mi beba. Después descubriría que era una beba de alta demanda, lo que sea que eso signifique. También descubrí que hasta que no recuperan el peso de nacimiento, la teta se da cada 2 horas como mucho y no darle 10 minutos de una y luego de la otra. Que a los 3 meses tienen un brote de crecimiento y demandan mucho más que antes. Que los nervios son malos consejeros. Que la mamadera de noche nunca sirve porque el sueño es un proceso madurativo.

Y así, entre mastitis que por suerte solo tuve una y la traté a tiempo, llantos sin subtítulos, mordidas de bebé, remeras sucias de leche y vómito, el reflujo de mi beba, la alimentación complementaria y todo lo que tuve que aprender sobre ese tema, llegué felizmente a dos años de lactancia materna. El destete fue simple, pero porque otra vez mi asesora estuvo ahí, al pie del cañón, o mejor dicho, del otro lado del teléfono, porque para esa época ya vivía en Polonia.

Con ella hice el curso de lactancia en mi segundo embarazo. Aunque ya venía leyendo todo lo que encontraba en mi camino*, el curso me brindó más herramientas para afrontar mi segunda lactancia con éxito. Y así fue. Cuando nació mi segundo bebé, a pesar de que fue por cesárea y estuvimos separados dos horas después de que nació, hoy llevo 13 meses de lactancia materna exitosa. Claro que estar informada es clave. Y así y todo he tenido dudas.

¿A dónde quiero llegar con toda esta introducción?

A que cada mamá tiene el DERECHO a recibir información, como dice Chechu de Mamá Pulpo. Así, con mayúsculas. Y con esa información, elegir  y decidir.

A que los demás están de sobra. Que las órdenes disfrazadas de consejo no sirven. Que presionar a la mamá para que dé la mamadera es contraproducente si ella decide dar la teta. Y al revés también: si la mamá optó por la mamadera, de nada sirve que le estemos recordando todo el tiempo los beneficios de la lactancia materna.

El respeto hacia esa diada debería ser lo que prime antes que nada. Siempre hay un opinólogo que tiene que decir lo que piensa y al final no ayuda.

¿Tan difícil es ponerse en el lugar de esa mamá? Nadie sabe las razones por las que decide dar la teta o dar la mamadera. Quizás dar la teta se le hace muy difícil y entre el puerperio, el bebé que está aprendiendo a conocer y entender, la cesárea si la hubo, las opiniones de ajenos no suman, ya sean familia o profesionales de la salud. Todo se hace cuesta arriba.

Celebro y aplaudo a esa mujer que siendo madre decidió priorizar su salud mental antes que batallar con algo que no sabía cómo enfrentar, para poder estar entera y criar a su bebé.

Me van a decir que dar la mamadera es más fácil. Seguro. No tenés que andar levantando la ropa ni pasar frío en invierno, la puede dar cualquier otra persona, da la sensación de libertad. ¿Y qué problema hay si la mamá decidió dar mamadera porque era más fácil? Con todo lo que significa ser madre (y más sobre todo primeriza) que una quiera simplificar las cosas no me parece mal. Estamos llenas de culpas por todo, querer sacarnos una carga es saludable, sano y necesario.

Por eso, respetemos. Dejemos de meternos donde no nos llaman. Y si hay que intervenir, que sea con respeto, porque de alguna manera vemos que hay algo que se puede corregir o mejorar.

Apoyemos la lactancia materna, pero también apoyemos a esa mamá que no quiere dar la teta. El neonatólogo, pediatra o incluso el obstetra tienen que informar a la madre sobre los riesgos de dar leche de fórmula. Y si la familia sigue pensando en que la mamadera es lo más conveniente para ellos, acompañar.

¿Cómo apoyamos? Dando información, conteniendo, escuchando, no juzgando. Desde la familia al personal de salud.

Para finalizar, soy una férrea defensora de la lactancia materna, pero también creo que debemos respetar a la mamá que no quiere o no puede dar la teta.

Así que para vos, mamá, que estás leyendo del otro lado: si das la teta o si das mamadera, grabátelo a fuego: ¡¡LO ESTÁS HACIENDO BIEN!!

Por último: ¡la teta salvará al mundo! He dicho.

No soy asesora ni tengo formación de ningún tipo, por eso quiero agradecerle a Chechu de Mamá Pulpo que se tomó un ratito de su valioso tiempo para ayudarme a escribir con información certera.  Si tienen dudas, la pueden contactar. 

Me pueden encontrar en Instagram: @vero.taft

*Pueden leer a la pediatra Sabrina Critzmann, al pediatra Carlos Gónzalez, Alba Padró (IBCLC), a la Dra. Carla Orsini, por mencionar algunos.
 

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