Abrir el diafragma

En el año 1826 Joseph Nicéphore Niépce toma la primera fotografía que se conoce en el mundo después de experimentar con distintos materiales químicos y de soporte. Gracias a sus investigaciones y pruebas su discípulo, Louis Daguerre, logró perfeccionar la técnica y fijar imágenes en positivo. Daguerre cede las patentes de su invento al gobierno francés y es así como Francia declara el 19 de agosto de 1839 como el día que se inventó la fotografía. A partir de entonces la técnica fotográfica fue mejorando con el paso del tiempo y con el avance de la tecnología.

Por Noelia Urbina

Muy lindo todo hasta acá, pero como todes sabemos la historia fue escrita por varones dejando el papel de la mujer completamente invisibilizado  y  la historia de la fotografía, obviamente no es la excepción.

Es por esto que hoy quiero destacar a algunas de las tantas mujeres que existieron en el mundo de la fotografía y que han quedado en segundo plano en la historia.

En diciembre de 1863 Julia Margaret Cameron recibió como regalo de parte de su hija una cámara fotográfica de madera que vendría a irrumpir su aburrida vida de ama de casa en la Isla de Wight (Inglaterra). Julia se convirtió en referente del retrato pictorialista (corriente fotográfica entre finales de los años 1880 y el final de la primera guerra mundial) utilizando una técnica de suave desenfoque e intervención a las imágenes que le costaron sus buenas críticas en su momento.



A principios del siglo XX, de este lado del charco, apareció la revolucionaria Tina Modotti, una mujer italiana exiliada en México donde llevó a cabo prácticamente toda su obra que consta tan solo de 400 fotografías. Amiga íntima de Frida Khalo (varias de las fotos más conocidas de Frida son de Tina), Modotti indagaba la realidad de los trabajadores, los campesinos y los barrios marginales. “No puedo resolver el problema de la vida perdiéndome en el problema del arte” escribió.

Claude Cahun (1894-1954) exploró, cuestionó, descubrió y construyó su propia identidad a través de la cámara. Se sentía interesada por la androginia, y sobre ella escribía y hacía fotos. Se relacionó con movimientos vanguardistas, fue activa en el movimiento surrealista, aunque se le discriminaba por ser mujer y, por su preferencia sexual, nunca le permitieron ser miembro oficial del movimiento.  Sus fotografías permiten reflexionar sobre las visiones que esconden formas de poder y que niegan el relato de una naturaleza humana rica y pluridimensional. La artista utilizó la fotografía para debatir sobre esta problemática, para mostrarnos la polaridad y la artificialidad de los roles. De esta manera toda la obra de Claude Cahun cuestiona la idea de la identidad, el ser y el género; una máscara, una idea que cambia que se recrea y se reinventa conforme haga falta.

Dora Maar (1907-1997) fue conocida por ser amante y musa de Picasso, pero fuera de la anécdota relacionada con el pintor, se trata de una fotógrafa cuyos méritos son dignos de incluirla entre las grandes fotógrafas de la historia. Dora tuvo formación como fotógrafa a través de mentores como Brassaï y Man Ray. Fue introducida al círculo surrealista por Jacqueline Lamba y tendría lazos importantes con André Breton, Paul Éluard y Georges Bataille (miembros del movimiento surrealista). Su fotografía era contrastada, usaba ángulos inusuales y tenía un dejo de dramatismo y realidad distorsionada. Realizó fotomontajes y su obra fotográfica se impregnó del absurdo y el onirismo surrealista.



Dorothea Lange (1895-1965) fue una de las grandes fotoperiodistas de la historia. Conocida principalmente por su trabajo sobre la Gran Depresión en Estados Unidos, son estas fotografías las que muestran en toda su crudeza las consecuencias devastadoras de la crisis alejándose de los perversos lujos de Wall Street. Aunque su formación fotográfica fue de índole purista y pictorialista es su salida a la calle, el encuentro con el pueblo como reportera,  lo que marcó definitivamente la identidad de su trabajo. Lange decidió salir de casa para contar las verdaderas consecuencias de la gente del campo y cómo éstos sufrían el desastre económico de los EE.UU. de la década de los años 20 y 30. Fue un ejemplo, huyendo de los estereotipos de una época convulsa y oscura que buscaba preservar el sueño americano por encima de cualquier cosa ocultando todo aquello que no interesaba

Solo 26 años vivió Gerda Taro. Su legado en fotografías sirven para documentar el sufrimiento de una guerra en la que siempre pierde el pueblo, indefenso y roto por el dolor. Nacida en 1910 en Alemania, a pesar de nacer en un ambiente burgués y acomodado, desde muy pequeña se rebeló contra lo establecido y simpatizó con la ideología socialista y el movimiento obrero, renegando de cualquier comodidad familiar. En 1929, Gerda y su familia se trasladaron a Leipzig, justo antes del comienzo de la era nazi en Alemania. La joven apoyó a los izquierdistas y por ese motivo fue perseguida. Tras estos incidentes escapó a París, donde terminó trabajando de secretaria en la agencia Alliance Photo. En este trabajo no solo consiguió una buena agenda de contactos, sino que descubrió su vocación y conoció a su futuro compañero André Friedman quien intentaba ganarse la vida como fotógrafo y de quien Gerda aprendió el oficio. Dado que la vida como fotógrafos no cubría sus necesidades económicas y no conseguían un trabajo estable, Gerda y André inventaron un personaje llamado Robert Capa, que supuestamente era un reputado fotógrafo llegado de los Estados Unidos para trabajar en Europa. El plan funcionó tan bien que al poco tiempo recibieron gran cantidad de encargos y por fin empezaron a ganar dinero. Cuando estalla la guerra civil española, en julio de 1936, la pareja vio la oportunidad para elevar sus perfiles profesionales y, al mismo tiempo, participar en la lucha contra el fascismo. Para 1937, Capa ya se había hecho famoso por su documentación de la guerra, y Taro había surgido como una fotoperiodista independiente por derecho propio. La fotógrafa se involucró emocionalmente en la guerra. Y no solo su implicación emocional fue en aumento, también su estilo evolucionó notablemente durante su año en España, reflejando su confianza y habilidad, así como su creciente disposición para involucrarse en temas difíciles.
Gerda Taro pasó el último día de su vida en las trincheras de Brunete, a unos kilómetros de Madrid, junto con los combatientes republicanos.
Por su breve pero intensa obra es que se la considera la primera mujer fotoperiodista.

Más allá de la invisibilización de sus trabajos y reconocimiento como artistas, la obra de estas mujeres habla de la necesidad de una perspectiva y forma de expresión distinta atravesada pura y exclusivamente por la mirada masculina, apelando no sólo a temáticas tabú y a hacer críticas sociales y culturales sobre el mundo que habitaban, sino también a técnicas novedosas y originales y a abrirse paso a espacios exclusivamente masculinos.

Espero que este artículo sea una invitación para seguir indagando en sus trabajos y en el de tantas otras.

Bina Til - Fotografía
En Instagram @bina.til
Por correo binatilfotografia@gmail.com

Fuente: investigación de diversos artículos de internet y bibliografía propia.

 


Comentarios