El Feng Shui y su impacto en los procesos personales

Por Emilia Falistocco

Corría el 2017, mi carrera como Licenciada en Comercio Internacional de alguna forma había llegado a su fin. Un año atrás, la muerte de mi hermano Antonio y posteriormente la de mi padre, en dos accidentes aeronáuticos diferentes pero iguales, con 8 meses de diferencia, habían puesto mi mundo patas para arriba. Siempre digo que estas crisis tan trascendentales en la vida de una persona son una grandísima oportunidad para el replanteo, para volver a ordenarnos y hacer una limpieza sobre aquellas actividades que están llevando nuestro tiempo, tal vez, sin nutrirnos como quizá podríamos hacerlo en otros rubros, con otras personas, en otra ciudad, en otras condiciones, ¿quién sabe? Hay personas que pueden generarse estos momentos sin que nada suceda alrededor y hay otras como yo, que tal vez necesitamos de una eventualidad con contundencia para parar nuestro mundo y bajarnos a pensar, a sentir, diría.

Vivía en Buenos Aires, trabajaba en una multinacional prestigiosa, mi carrera fluía y crecía como cualquier persona después de recibirse desearía que le pase. Pero el vacío estaba... A finales de 2016 tenía decidido viajar un año por Australia para seguir perfeccionando idiomas, pero Antonio, mi único hermano de 27 años, se adelantó a los hechos con su pronta muerte. Y aquí comienza un largo camino de autoconocimiento y aprendizaje, hasta ahora el más profundo que he vivido. ¿Qué sentido tiene la vida si de un momento para el otro ya no estamos en este plano? ¿Para qué esforzarnos sin parar, trabajar, pagar cuentas y envejecer si desapareceremos en un chasquido de dedos? ¿Quién soy si me desentiendo de todas las ideas que me dijeron que era? Supongo que a cada persona que camina este plano en algún momento le aparecen estas preguntas, que han sido además los grandes cuestionamientos históricos. Mas yo no me podía quedar con esta intriga y algo necesitaba hacer, que nada tenía que ver con mi actividad laboral. Si bien estaba agradecida de mi carrera que me había llevado al mundo, tenía la obligación de darle un giro al sentido de mis días.

Los viajes por Asia, “El libro tibetano de la vida y la muerte” que alguien acercó a mi familia después de la primera muerte, ideas que tenía en mi mente,  me llevaron a pensar que tal vez en esta cultura podría encontrar respuestas. Y es así como decidí estudiar Feng Shui, sin saber bien qué conexión había, ni qué tenía para darme, ni por qué lo estaba eligiendo, pero sentía una corazonada que me indicaba ese camino

Intervención en una casa armonizando por colores y con objetos de alta frecuencia energética como son las geometrías.

Empecé mi carrera de Feng Shui en Barcelona, donde di los primeros pasos y me encontré conmigo misma durante dos meses en soledad, meses que fueron claves para el desarrollo de Ciela, desde donde hoy trabajo. Pero la distancia de la familia y sobre todo de mi compañero de vida me ponía en jaque y entonces decidí volverme y terminarla en Buenos Aires. Este movimiento, a mi forma de ver, súper acertado hizo que conozca otra visión de esta técnica que incluía la decodificación ambiental, de la mano de la maestra en Argentina en este tema, Patricia Traversa, y ahí mi visión se amplió y termino de entender qué hacía en este rubro.

Actualmente sabemos que el cuerpo está totalmente conectado con nuestros procesos y aprendizajes, que ningún dolor es casual y que siempre habla de alguna situación que estamos atravesando. Entendemos que el cuerpo tiene la capacidad de enfermarse y también sanarse colaborando con nuestra evolución. Lo que todavía sigue siendo novedad, y es mi gran labor, es que la casa funciona de la misma forma que el cuerpo. Es un sistema dinámico e integral que contiene toda la información y energía de quienes habitan y quienes habitaron este espacio. Una ruptura, una inundación por problemas con algún artefacto, una puerta que no abre, una filtración en el techo, no son para nada casuales. Los enojos, las tristezas, las decepciones, las frustraciones, las alegrías están plasmadas en el campo energético y físico de la casa y producen síntomas, que son todos estos hechos visibles que debemos arreglar para que siga funcionando armónicamente.


El péndulo, gran aliado para la medición energética de las personas y de la casa, fundamental para decidir qué sacar cuando la frecuencia de algo es muy baja

¿Cómo puedo entender qué está diciendo la casa? Para poder decodificar en profundidad es necesario tener el plano y los puntos cardinales. Cada una de las orientaciones, como sur, este, oeste, etc., habla de un tema específico de la vida de una persona: pareja, hijxs, familia, profesión, autoestima, abundancia, autoconocimiento y benefactorxs. A través de los símbolos, como pueden ser cuadros y frases, y teniendo en cuenta objetos y colores, es posible ir determinando todo el sistema de creencias sobre el que una persona o familia está construyendo su vida. Remover esta información de casa y colocar geometrías sagradas o mandálicas puede hacer que se deje de repetir un patrón que está limitando mi vida. El gran trabajo del Feng Shui, y particularmente mío de la mano de Ciela, es poder armonizar los espacios quitando todos aquello de baja frecuencia energética de casa para poder expandirme y potenciarme hacia mis sueños. “Como es adentro es afuera” dice la filosofía del Tao, base del Feng Shui, y es esto lo que haremos, mover afuera, para destrabar adentro.

Les invito a ver qué cuadros, qué colores, qué objetos han decidido colocar en casa y cuántos de ellos no les representan. Poder verlo es empezar a vernos para despojarnos de todo aquello que ya no somos.

Emilia Falistocco
Ciela Feng Shui
@cielafengshui