Baby Led Weaning: ¿Qué es y porqué debemos tenerlo en cuenta?
Al momento de iniciar la alimentación complementaria, muchas familias no saben cómo hacerlo y de qué forma acompañar ese momento tan especial.

Históricamente, hay que reconocerlo, la alimentación de las crías en casi todas las especies ha sido prerrogativa de la madre. Esto se cumple de manera tajante en las especies mamíferas, donde la lactancia es la única fuente de la que el cachorro, ser humano o de otra categoría dentro del reino animal, obtiene la energía y los nutrientes para alcanzar todos sus potenciales de crecimiento y desarrollo.
En el proceso de transición de la lactancia a la alimentación autónoma, la mayoría de los mamíferos hace un mix entre estas dos modalidades: una partecita de lactancia, otra de autoalimentación. Esto conlleva, en parte, una liberación de la madre que puede ayudar a la caza o la recolección, descansar o atender otros aspectos de la crianza de su manada.
En la especie humana, si hay algo que contacta ese dejo de naturaleza que tenemos y lo sociocultural que hemos sabido construir es la alimentación. Y la forma en la que se aprende a alimentar el cachorro humano es un claro ejemplo de cómo la historicidad de la cultura alimentaria se mete en los poros de los sentidos y de las emociones del niño.
Por mucho, muchísimo tiempo, la forma tradicional de alimentar al niño ha sido, en el período que los pediatras llamamos “alimentación complementaria”, a través de semisólidos diversos que la madre se encargaba de preparar y administrar.
No obstante, lo que muchos detractores ningunean como moda, la del Baby Led Weaning (que podría traducirse como alimentación dirigida por el niño) ha ido ganando cada vez más adeptos entre familias y pediatras.
Se trata de una modalidad de alimentación complementaria, luego de los primeros 6 meses de lactancia exclusiva (idealmente lactancia materna), en la cual se le ofrecen al bebé una serie de alimentos que forman parte de la dieta familiar para que por sí mismo vaya experimentando texturas, sabores y olores propios de la alimentación humana. Esto no significa dejar que la criatura agarre cualquier cosa, ni en cualquier momento. Es requisito que el o la bebé se siente por sus propios medios, que el reflejo de extrusión haya desaparecido y que posea la habilidad de la pinza digital (todos hitos del desarrollo que suelen alcanzarse entre los 5 y 7 meses de vida). Implica que se le brinden a los niños alimentos saludables, adecuadamente cocinados y que ellos, por su propia cuenta, los tomen e ingieran, bajo la atenta mirada de los cuidadores familiares. Esto significa que el niño autorregula su alimentación, de acuerdo con sus gustos y su hambre o saciedad.
Esta modalidad, por una parte, garantiza al lactante continuar en sintonía con los sabores y olores que lo impregnaron en el útero y durante su lactancia exclusiva, ya que tanto el líquido amniótico como la leche materna tienen olorcito y sabor a la alimentación de la madre; por otro lado, liberan a ésta última tanto de la preparación como la administración del alimento. Cualquier actor de la familia, si se pone las pilas y decide saber y ocuparse, puede preparar los alimentos, ponerlos a disposición del niño y acompañarlo durante su alimentación (lo cual no es un dato menor, el niño come solo pero acompañado, integrado a la mesa familiar).
Porque más allá del alimento que ofrezcamos, el desafío principal de este tipo de alimentación es el momento que creamos.
Si quieren más info pueden contactarme en @tomicanetpediatra.
Dr. Tomislav Canet
Médico Pediatra
MP 82.166 - MN 170.397
Créditos de la foto: @Mamá Pulpo
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