Masanas: el amor en forma de juguete

Conozco a Vero virtualmente desde febrero del 2019, cuando comencé a comprar sus Masanas. Las recomendé desde que abrí la primera caja. Ahora es tiempo de que la conozcan ustedes.

Por Chechu Favier

Verónica Gómez es marplatense. Está en pareja hace 19 años con José y ambos tienen a Gianni de 11 años y a Nina de 5. Vivió en España, volvió convertida en madre y con mucho aprendido. Pero aún faltaba mucho que recorrer. Su emprendimiento nace en el 2018, aunque la creación de las Masanas viene de mucho antes. Mejor, la leemos a ella.

- Vamos a comenzar con una presentación. Si te preguntan quién sos, qué sos, qué hacés... ¿qué contestás?

Soy Vero, nací con una gran intuición para ir viendo por dónde va el camino que resuena conmigo, que muy frecuentemente no es el más cómodo, pero trato de que sea el verdadero para mí.

De chica estudié electrónica, al terminar probé 1 año de biología pero me pasé a diseño industrial. Llegué a la mitad de la carrera y emigré a España, sola con 22 años. Ahí estudié construcciones y trabajé, hasta que nació mi hijo Gianni, en un despacho de arquitectos.

La maternidad me revolucionó, la intuición y el sentir le ganaron a la razón y a la estructura que tanto me esforzaba por mantener, y empecé a interesarme por conocer distintas corrientes educativas y a poner en práctica el concepto de continuum o crianza natural.



En 2009 me formé como asesora en lactancia en el Hospital La Fe de Valencia, fuimos la primera promoción de este movimiento que era tan incipiente. Recuerdo tuve que viajar hasta Madrid para ir al único local que vendía portabebés en aquel entonces. Y así poco a poco fui aprendiendo una forma de vincularme con mi hijo, muy distinta a la que había practicado mi mamá conmigo a principio de los años 80.

Desarrollar esa flexibilidad fue clave para todo lo que íbamos a experimentar como familia. En 2013 regresamos a Argentina, por entonces Gianni tenía  4 años y empezó a mostrar un cambio notorio en su comportamiento, tal es así que 6 meses más tarde fue diagnosticado con Trastorno Generalizado del Desarrollo (TGD), que es como un gran cajón de sastre del que los médicos tiran para decir “no sabemos qué pasa ni por qué, pero algo en su desarrollo no está yendo por el camino que debería”. Y ese "algo" se estaba manifestando como un autismo de tipo regresivo, donde Gianni iba perdiendo rápidamente las habilidades adquiridas, principalmente en áreas del lenguaje y la sociabilización.

Siguiendo con coherencia el camino de la ma-paternidad que veníamos recorriendo, es que buscamos formas de estimular la sociabilización con Gianni por medio de una terapia de tipo relacional (llamada Sonrise) en vez de cognitiva conductual. Este enfoque terapéutico tiene como una de sus premisas seguir las motivaciones del niño y usarlas como vehículo para trabajar el vínculo. A Gianni lo que le encantaba era envolver los muñequitos en grandes bolas de masa, también cortar masa con las tijeras y por eso nos pasábamos horas enteras jugando a esto.

A la vez del tratamiento relacional, empezamos a estudiar el enfoque biomédico del TEA (Trastorno del Espectro Autista) y a comprender la relación entre el sistema neurológico, inmunológico y gastrointestinal. Hicimos estudios médicos que dieron como resultado que Gianni tenía intolerancia al gluten y por eso adaptamos toda su dieta. Y si bien las masas son para jugar, Gianni (como muchos nenes con TEA que tienen la necesidad de experimentar sensorialmente de forma muy intensa) se llevaba las masas a la boca y se las terminaba comiendo, algo que le causaba inflamación intestinal y malestar. Es por eso que empecé a experimentar buscando conseguir una fórmula de plastilinas que fueran libres de gluten y que no tuviesen ningún componente tóxico en caso de ser ingeridas. Así nacen las Masanas.

- ¿Qué son las Masanas y que te motivó a comercializarlas?

Las Masanas son estas masas para jugar que invento para Gianni en 2013 y que empiezo a vender en 2018 para poder afrontar los gastos de exámenes médicos y suplementos que tenemos que hacer en el exterior.

- ¿Qué las hace diferentes?

Además de que son libres de gluten y de componentes tóxicos, tienen una textura super agradable, elástica, suave y están aromatizadas con aceites esenciales puros que le aportan todos los beneficios de la aromaterapia.

- ¿Cómo fue creciendo el emprendimiento?

Luego de Gianni, los primeros en probar las Masanas fueron los hijos de mamás amigas que son nenas y nenes que también tienen TEA y están en tratamiento biomédico, a ellos también les encantaron y las mamás estaban tranquilas de que eran completamente atóxicas. Después siguieron los familiares y enseguida comencé en ferias. En Mar del Plata hay un lugar muy hermoso llamado Espacio Unzué que depende de la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, donde funciona una feria que es muy popular, especialmente en verano, donde llegan a visitarla hasta ocho mil personas diarias. En la feria, (antes de la pandemia) solíamos tener un puesto con una mesa llena de Masanas donde los chicos podían sentarse libremente a jugar y crear, eso nos ayudó enormemente a la difusión del emprendimiento.

- Participaste del programa "Buscando socio", ¿cómo fue la experiencia? ¿Qué puertas te abrió?

Fue un desafío personal, venía de estar años dedicada 100% a estimular a Gianni dentro de casa, no soy una persona que sienta natural la exposición pública, pero la motivación por hacer crecer el emprendimiento es tan grande que me animé. Participar en el programa fue importante por la devolución que recibí del público, la gente empatizó mucho con la historia y los que ya conocían las Masanas me apoyaron muchísimo dando fe de la calidad del producto.

Lo más lindo que pasó es que nos consolidamos como comunidad. Las Masanas no son un juguete más, tienen una razón de ser, una filosofía y una historia con alma propia, que conecta con las madres y padres que buscan un material con el que conectar y estimular la creatividad en sus hijos.

Llegar a la final del programa fue mi carta de presentación para tocar otras puertas que se están abriendo, alineadas con nuestra filosofía de emprendimiento de triple impacto.

- Más allá de tu perfil como emprendedora, me gustaría que me hables de ser mamá de un hijo con un desarrollo atípico. ¿Qué fue/es lo más difícil que tuvieron que enfrentar? ¿Qué otras trabas aparecieron/aparecen en el camino?

Fuimos descubriendo que elegir caminos poco convencionales necesita de un compromiso y un esfuerzo diario muy grande; cuando se trata de un hijo con desafíos en el desarrollo todo eso se exacerba. En nuestro caso optamos por cuidar mucho la alimentación y elegimos acompañar sin psicofármacos, poniendo el cuerpo y el alma 24/7.

Las obras sociales te aprueban enseguida psicofármacos fuertes (como la risperidona) recetados a nenes chiquitos de 3 añitos, pero es imposible que cubran los gastos de suplementos y exámenes médicos del tratamiento biomédico.  Ni las escuelas, ni la sociedad están todavía preparadas para este tipo de desafío y ahí la coherencia nos dijo que lo más importante era, es y será preservar a nuestro hijo, su bienestar físico y emocional son la prioridad. Muchas veces no hay un camino claro, se va haciendo al andar.

- ¿Algún mensaje que quieras compartir para la comunidad?

Creo que en 2021 sigue siendo más lo que se desconoce que lo que se sabe sobre el TEA. Así como hoy nos estremece pensar que hace solo 20 años se institucionalizaba a nenas y nenes con TEA, la medicalización que hoy vemos con naturalidad espero que también nos empiece a hacer ruido.

Hoy se estima que 1 de cada 60 niños que nacen desarrollan TEA, hace tiempo me impactó leer a una doctora que explicaba que antaño los mineros no tenían instrumentos para medir el oxígeno, entonces bajaban con una jaulita que llevaba un canario, si en algún momento el pajarito dejaba de cantar, todos evacuaban la mina rápidamente. Esa era la señal de que se estaban quedando sin oxígeno. El aumento exponencial de niñas y niños con TEA son el canario, nos están diciendo que la vida que estamos llevando (alimentos procesados, transgénicos, contaminación, estrés) es ya insostenible. Y somos las personas con cada pequeña decisión (especialmente acerca de lo que consumimos) quienes podemos hacer la diferencia.

Vero es Mujer, madre y emprendedora con un espíritu arrollador, de esas que inspiran y dan ganas de abrazar. Trabajo, regalo y recomiendo Masana Kids y como mamá de dos peques que disfrutan de jugar con ellas quiero que sus beneficios lleguen a más niños y niñas. Vero y sus Masanas se llevan todo mi reconocimiento.

Para más info pueden ingresar a su web www.masanakids.com.ar o también la encuentran en redes sociales: @masanakids en Instagram o Masana Kids en Facebook.

Chechu

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