El valle de Covadonga acoge uno de los más hermosos santuarios en la naturaleza. El paisaje de montaña, una vegetación exuberante y una paz infinita rodean todo el entorno creando uno de lugares más bellos de Asturias.
En el Principado de Asturias, al norte de España, el valle de Covadonga acoge uno de los más hermosos santuarios en la naturaleza. Enclavada entre las montañas del parque Nacional Picos de Europa, la Santa Cueva junto a la Basílica de Covadonga se han convertido en un centro de peregrinación cristiana. La leyenda cuenta que en ese lugar apareció la patrona de Asturias a ayudar al Rey Pelayo (primer Rey de Asturias) a expulsar a los musulmanes.
Allí, en una pequeña ermita dentro de la cueva excavada en la roca, se venera a la patrona de Asturias desde hace más de 1.300 años. Antes de llegar a la imagen de la virgen se pasa al lado de una tumba que tiene inscrito:
“Aquí yace el rey Don Pelayo, electo el año de 716 que en esta milagrosa cueva comenzó la restauración de España. Vencidos los moros falleció en el año 737, y le acompaña su mujer y hermana“.
Junto a la ermita y sobre una pequeña colina que preside el valle, se alza el Santuario de Covadonga, construido en 1887 con una vistosa piedra rojiza del lugar que contrasta con el intenso verde de sus praderas y bosques. Por las mañanas, cuando la niebla cubre el valle, el templo parece flotar en el aire.
Los lagos
A 12 kilómetros de allí, por una carretera ascendente y serpenteante se llega a los Lagos de Covadonga, el Enol y La Ercina, de origen glaciar.
El lago Enol está a un poco más de 1000 metros de altura y es el más grande. Alberga en las profundidades a la virgen de Covadonga que vela por las vidas de sus tocayas. El lago de la Ercina está situado un poco más arriba a 1.100 metros de altitud. Es muy común ver los rebaños de vacas pastando a sus anchas por las praderas de alrededor.
El paisaje de montaña, una vegetación exuberante y una paz infinita rodean todo el entorno creando uno de lugares más bellos de Asturias, donde se funden la fe, la historia y la naturaleza. No faltan las leyendas fantásticas, que la humedad traída por los vientos del mar, al quedar atrapada entre las montañas, propicia la formación de niebla que da lugar, no sólo a postales maravillosas, sino a mitos y leyendas que tienen por protagonistas a seres mágicos, propios de los bosques encantados.
Hay que dejar el auto y recorrer a pie los múltiples senderos y escalinatas que atraviesan jardines y arroyos, perderse en medio de la exuberante vegetación de infinitos verdes y ocres y dejar que la vista alcance los lejanos picos multicolores.
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