El lector Ricardo Palma realiza un análisis del proceso de tratamiento de la Ley de Servicios Audiovisuales, señalando la división que -según su visión- fomenta el Gobierno Nacional, en desmedro de la discusión necesaria sobre puntos más importantes. Advierte sobre el peligro de un "amontonamiento" de la oposición al proyecto. Leer nota
Un escenario político marcado por la División
El sectarismo y la prepotencia con que el Matrimonio Kirchner gobierna han terminado por generar un clima de enfrentamiento y hostilidad entre sectores tal que los debates se han contaminado de bronca, desconfianza y prejuicios.
Cuando ya nadie tiene dudas acerca de la nula disposición a dialogar que sigue exhibiendo el Oficialismo y, antes por el contrario, se fortalece la convicción de que trata de aprovechar los últimos meses de mayoría absoluta en el Congreso para imponer sus criterios en aquellas leyes que más le importan, el escenario político se parece cada vez más a un ring que a una asamblea.
Así las cosas, cada iniciativa que proviene del Ejecutivo Nacional, aún aquellas que recogen alguna inquietud de la Oposición o de determinados sectores del Pensamiento y la Producción Nacionales, es recibida con absoluto escepticismo, sin que la Presidenta ni los Ministros tengan gestos que permitan crear un ambiente más distendido y tolerante.
De tal modo, profundizando viejas y nuevas antinomias y rehuyendo una sana discusión, los Kichner pretenden atrincherarse en la Rosada, contra viento y marea, como si no le quedaran dos años y tres meses de mandato presidencial.
Y, frente a semejante actitud, la Oposición corre el riesgo de adoptar –y suele caer en- una actitud equivalente que, de confirmarse, abriría una brecha entre ambos sectores que hará muy compleja la futura convivencia e incierto el devenir institucional.
Pocas situaciones pueden resultar más negativas para una Nación.
¿ Qué ámbito puede traer aparejados mayor cantidad de problemas a la Argentina que un escenario político caracterizado por una división tan dura y poblada de gestos intemperantes ? Pocos. Muy pocos, lamentablemente.
Y una de las consecuencias más lamentables que ello acarrea es que, en tamaño enfrentamiento, las ideas se confunden y oscurecen y las coincidencias se tejen más en torno de aquello que espanta que de la propia coincidencia.
Esto no es nuevo en la Historia Argentina.
Por razones y procesos políticos muy diversos –que no es del caso mencionar- ya hemos vivido divididos entre Personalistas y Antipersonalistas, Peronistas y Antiperonistas.
Y cuando, con mayor o menor justificación, cada sector se instaló en la trinchera, se hizo imposible volver atrás o dar paso a la reflexión.
El adversario pasa a ser enemigo y cualquier gesto de diálogo con el otro pasa a ser tomado como una grave traición.
Ley de Medios Audiovisuales: Un debate que no fue tal
En ese enrarecido contexto, el Gobierno K se propuso sancionar, a sangre y fuego, una Ley de Medios Audiovisuales que sustituya a la que se pusiera en vigencia durante la Dictadura.
El propósito aparente es “Democratizar” el manejo de los Medios y evitar que éstos queden en manos de poderosos Monopolios que eliminen la Competencia y supriman o acoten la diversidad ideológica.
En realidad, éste no es el primer proyecto elaborado con dicho propósito y con un contenido más o menos semejante.
Desde el ´83 para acá, hubo decenas de iniciativas en el Congreso, y el Radicalismo ha sido el promotor de varias de ellas.
Sin ir más lejos, durante el Gobierno de De La Rúa se promovió un proyecto elogiado por propios y extraños que, sin embargo, jamás llegó al Recinto legislativo por la oposición de las Grandes Empresas Periodísticas, temerosas de que su poder se viera recortado.
Visto desde esa perspectiva, que el Gobierno Peronista se propusiera sancionar una ley semejante no debería alarmar a nadie. Más bien, todo lo contrario.
A los Radicales o a quienes, sin serlo, pelean por la consolidación de una Democracia Pluralista y Tolerante, debería preocuparles mucho más la existencia de Grupos Monopólicos que se queden con la gran mayoría de los Canales de TV y las Radios, y de los negocios que traen consigo.
No podemos olvidar que esos Grupos han estado detrás de cada Golpe Militar, de la caída de Alfonsín y de la sanción de medidas que los favorecieran, como las que promovieran Menem y el mismísimo Kirchner a favor de Clarín.
Pero si al proyecto en cuestión lo promueve un Gobierno tan Autoritario como el de Cristina Fernández, tan interesado en apoderarse de medios de difusión, más animado por un espíritu revanchista respecto del mencionado Grupo Clarín que por el de Democratizar los Medios, entonces se genera un ambiente de tensión y desconfianza que enturbia y distorsiona el eje del debate.
De tal modo, lo que debió ser una discusión levantada acerca de la manera en que debiera reglamentarse el manejo, por parte del Estado, del Espacio Radioeléctrico y las frecuencias de Radio y T.V., terminó siendo un enconado intercambio de imputaciones en el que solo unos pocos pudieron dejar sentada una posición coherente en la materia.
Mucho más, todavía, cuando Kichner bajó la consigna de apurar el trámite y pasar por encima el trámite parlamentario, cercenando la posibilidad de un debate necesario sobre un tema trascendental.
Allí aprovecharon Clarín y otros Grupos Monopólicos para oponerse a una iniciativa que tiene muchos aspectos positivos, con argumentos que nadie, en su sano juicio, podría desechar (como la amenaza que constituyen los K para la Libertad de Prensa) pero con el verdadero propósito de afianzar su posición dominante en el Mercado de Medios.
La Ley K, como se la ha denominado, salió a los empujones, de manera desprolija y prepotente, en lugar de hacerlo como fruto de un consenso enriquecedor, y lo hizo con capítulos que despiertan –como mínimo- sospechas.
Y el Radicalismo y otros sectores de la Oposición quedaron fuera del Recinto, tomados por la dinámica de la pelea con el Gobierno, al margen de una discusión que debió tenerlos como protagonistas.
Así, hemos quedado, además, peligrosamente “amontonados” con sectores que, más que por la Libertad de Prensa y la Constitución, están preocupados por conservar privilegios incompatibles con el libre juego de las ideas.
Es cierto: el principal responsable de que esto suceda es el Gobierno.
Pero, ¡ Ojo !, eso no justifica que la U.C.R. y el Acuerdo equivoquen el camino y terminen sirviendo a los Monopolios.
RICARDO PALMA
Comentarios