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Yoga en la infancia: acompañamiento para un crecimiento sano y feliz

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Las efemérides nos permiten recordar tal o cual fecha específica y aprovechar la ocasión para hablar de ese tema puntual. En esta oportunidad aproveché que el 21 de junio fue el Día Internacional del Yoga para entrevistar a Aldana Martino y hablar sobre esta práctica pero orientada hacia las infancias. Se las presento:

Por Chechu Favier (Mamá Pulpo)

Aldana tiene 31 años y una luz especial. Es profesora de educación inicial y también profe de yoga e instructora de yoga para niños. No podía ser de otra manera. Su voz suave y tranquila me transmite una paz increíble. Trabaja hace varios años en un jardín maternal municipal y, por las tardes, da clases de yoga para niñas y niños. Trabajar de esto le llena el alma.

Comenzó este camino en el 2008. Espíritu inquieto, siempre haciendo algún curso, formación, viendo conferencias para profundizar y seguir aprendiendo. Su otro gran amor es la Historia de Egipto, “¡Hasta tomé un curso sobre jeroglíficos!”, me cuenta y me quedo maravillada.

Coincidimos en el amor hacia la Dra. Montessori y su perspectiva de la educación. Hizo el curso de co-guía Montessori el año pasado aprovechando la pandemia y las posibilidades de lo virtual; este año -a pesar de que dijo que no lo iba a hacer- se anotó en otro curso para seguir aprendiendo sobre esta educación para la paz que tiene tanto en común con el yoga.

- ¿Por qué te decidiste a hacer el profesorado de yoga para la niñez?

Me encontré con el yoga por casualidad, tenía mucha tensión cervical y estaba buscando algo físico para hacer, probé una clase. Eso cambió mi rumbo. Sentí que además de trabajar a nivel físico había algo más que me conectaba con una parte un poco olvidada de mí, que me llevaba a volver la mirada hacia adentro y abrir la puerta a lo que había: luces y sombras. Acompañada por una profesora amorosa, comencé a cambiar la manera de ver, sentir, pensar y vivir mi vida y todo empezó a tener sentido y propósito. Empecé a sentirme más en calma, más alegre, más feliz.

Al notar que me hacía tan bien, quise especializarme en yoga infantil para poder compartirlo con niños y niñas ya que siento que todavía falta en el sistema educativo una mirada integral, una educación que abarque también lo emocional y espiritual porque todo está interrelacionado y somos un todo en plena interacción con nuestro entorno. Una visión que incluya al otro, desde la cooperación y el respeto y no desde la competencia y quién termina primero.

En ese momento había pocas formaciones y creí que era mejor profundizar primero en el yoga y vivirlo realmente por mí misma antes de poder transmitirlo, porque creo que no podemos dar lo que no tenemos o lo que no vivenciamos. Hice el Profesorado de Yoga en la Escuela Kali Shakti. Al terminar, comencé el Instructorado de Yoga para niños con María José Otero, enorme maestra, que me hizo conectar muchísimo con mi niña interior y aprender a aplicar esta filosofía con niños y niñas.

 - ¿Cómo es una clase de yoga para peques? ¿Qué se trabaja?

Una clase de yoga para peques es bien diferente a las clases de yoga que conocemos. Hay un gran componente lúdico que atraviesa las propuestas. Yoga no es un juego, pero sí con los peques. Nos acercamos a esta disciplina a través de lo lúdico, de lo sensorial, que es un espacio natural para los niños, desde donde vivencian y aprenden de una manera integral.

Todas las clases son planificadas y tienen un propósito, hay un hilo conductor que va uniendo a cada una de ellas y les da sentido. Quiero aclarar que aunque estén planificadas son flexibles, ya que los niños y niñas tienen mucho para dar, sumar y enriquecer y todo lo que aportan es bienvenido, y tiene su lugar.

Buscamos en cada encuentro una transición de estado, ir de lo activo a la calma, de afuera hacia dentro. Primero activamos el cuerpo a través de la libre expresión, de la música y la danza o a través de secuencias de asanas (posturas) como el saludo al sol. Luego buscamos conectar el cuerpo y ponerlo al servicio de la mente, ir volcándonos hacia el interior. Los movimientos son más dirigidos y entran aquí las posturas de yoga, las prácticas de respiración, los mantras con mudras (posturas de las manos), los ejercicios de mindfulness, cuentos yoguis, entre otros. Por último, buscamos la quietud del cuerpo, la relajación. Es un momento para volver la mirada hacia dentro, reposar, habitar la calma que poseemos en nuestro interior. En posición acostados hacemos una relajación guiada, usamos masajes, aceites esenciales, caricias con plumas, telas, también podemos escuchar una canción, mantra o cuento.

A través de todo este camino lo que se busca es que cada uno comience a habitarse, a reconocer y vivenciar sus emociones, ponerle nombre a lo que siente, a compartir con sus pares, desde el respeto, la escucha y el amor, creando comunidad. A tomar conciencia de su cuerpo físico y su cuidado con amor y aceptación. Que comience a entender que puede elegir y construirse cada día soltando prejuicios que le limiten y que en su interior hay un espacio de calma para cuando lo necesite.

- ¿Cuáles son los beneficios que el yoga le da a niños y a niñas? ¿A qué edad se recomienda comenzar?

El yoga tiene cantidad de beneficios tanto para grandes como para peques, porque te invita a vivir más en conexión con el presente y a recorrer un camino de autoconocimiento para desenmarañar nuestro yo soy.
Desde una mirada más bien a nivel físico: mejora los hábitos posturales de la columna vertebral, fortalece los grupos musculares y articulaciones, favorece la coordinación y el equilibrio y fortalece el sistema respiratorio. Cada postura tiene además sus propios beneficios, a grandes rasgos podemos hablar de estos.

En cuanto al punto de vista más cognitivo, intensifica la capacidad de interiorización, de memoria y concentración, fomenta la creatividad, desarrolla habilidades intra  (conocimiento de uno mismo) e interpersonales (relacionarse con otras personas) y ayuda a disminuir el estrés infantil.

Desde lo emocional encontramos que fomenta el amor y la compasión, la expresión emocional, trabaja la confianza, el amor propio y la autoestima. Además, se promueven valores como la empatía, el compañerismo, el respeto y la tolerancia hacia los demás y hacia el entorno y se fomenta la perseverancia.

Todos estos beneficios están interrelacionados.

No hay una edad específica para comenzar a hacer yoga, pero es alrededor de los 3 o 4 años cuando ya tienen más control sobre su cuerpo, un mayor nivel de concentración y, en general, pueden permanecer en la clase con sus pares durante cierta cantidad de tiempo (alrededor de una hora).

- En tu trabajo como profesora de educación inicial, ¿utilizás recursos del yoga? ¿Y viceversa?

El yoga me brinda muchas herramientas para la vida y cada uno de los roles que voy asumiendo en el día a día (docente, hermana, hija, profe, amiga, nieta, etc.).

Actualmente trabajo en sala de un año y por más que no realice “yoga” propiamente dicho, sí puedo encontrar miles de herramientas para alejar mis juicios y etiquetas, estar presente, comunicarme de manera amorosa, observar qué es lo que necesitan y habitar mi calma para poder relacionarme.

En cuanto a mi profesión de educadora, me brinda una mirada totalmente complementaria tanto sobre cuestiones pedagógicas como sobre el desarrollo integral de niños y niñas, a nivel físico, cognitivo, social, emocional y espiritual. También me desafía constantemente porque sé la importancia que tienen los primeros años de vida, la impronta que dejamos en ellos es algo que queda, muchas veces de manera inconsciente, en las bases de su desarrollo. Pienso que tenemos una gran responsabilidad al estar con niños y niñas.

- ¿Cuáles son los beneficios de iniciar la práctica en forma temprana?

Me gusta pensar el beneficio del yoga en las infancias como una manera de crecer experimentando e interiorizando distintas herramientas que les ayuden a sostener, a lo largo de su crecimiento, esa unión de cuerpo, mente y espíritu (que es yoga). Esa coherencia entre lo que se dice, se piensa, se siente y se hace, que es algo que tenemos de peques y luego vamos armando una coraza que no siempre refleja lo que somos; decimos algo que no hacemos o hacemos algo que no sentimos hacer, por ejemplo.

El yoga es una forma de acompañar su desarrollo ayudando a que se sientan valiosos, merecedores y amados sabiendo que se disfruta más cooperando que compitiendo, que nadie es bueno ni malo y cada cual puede elegir su mejor versión cada día, que es importante ser cordial, mirar a los ojos y ver en el otro a alguien tan especial como ellos.

El propósito del yoga en edades tempranas es que sean felices. Lo veo como una manera de preservar y nutrir a esa esencia, ese don que cada niño y niña trae consigo para que a medida de que vayan creciendo se pueda ir fortaleciendo y no se vaya apaciguando, como muchas veces pasa al ser adultos.

Y a su vez, hay un propósito para con el entorno que les rodea: reconocer que cada ser vivo merece cuidado y respeto, así como la naturaleza de la cual formamos parte.

Amante de la naturaleza, el pasto verde, los colores, el olor a jazmín, los atardeceres, su familia, los viajes y las risas… yoga es unión. Aldana también.

Conózcanla mejor en @munay.yogapeques y si tienen la oportunidad, háganle la invitación a algún niño o niña para que se sume a sus clases. Yo estoy en la cuenta regresiva para que mi pequeña pueda arrancar.

Mamá Pulpo
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