Hace ya algunos años, la sustentabilidad ha dejado de ser una opción y pasó a ser un modo de vida. En diversas disciplinas y tareas, la sociedad exige el ejercicio de la responsabilidad para garantizar la seguridad y la salud del ambiente y las personas.
Es así como surgen las buenas prácticas, un conjunto de normas, principios y procedimientos que permiten alcanzar objetivos positivos, a través de la eficacia y el cuidado de un otro.
En el caso del sector agropecuario, hace ya varios años se establecieron las llamadas Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) que, tal como mencionamos, son un conjunto de principios, normas y recomendaciones técnicas aplicables a la producción, procesamiento y transporte de alimentos, orientadas a asegurar la protección de la higiene, la salud humana y del ambiente, mediante métodos ecológicamente seguros, higiénicamente aceptables y económicamente factibles.
La implementación de las BPA no sólo garantiza que los alimentos sean aptos para el consumo humano, sino que permite acceder a mercados con legislaciones que las incluyen. El productor que aplica las BPA puede colocar sus productos en mercados externos cada vez más exigentes y competitivos, así como también diferenciarlos en el mercado interno.
Las BPA tienen como objetivo asegurar la inocuidad de los alimentos, obtener productos de calidad acorde a la demanda de los consumidores, producir de manera tal que se proteja el ambiente evitando su degradación, y garantizar el bienestar laboral.
Las buenas prácticas se aplican en el desarrollo de toda la cadena productiva, desde el momento de la investigación y el desarrollo de nuevas tecnologías, en la planificación, el cuidado de los cultivos y el posterior transporte y manipuleo de los productos.
En lo que respecta a los agroquímicos, su uso responsable se debe realizar antes, durante y después de una aplicación para garantizar la implementación de las BPA. Dentro de las buenas prácticas para un uso responsable de los fitosanitarios se encuentra: la medición de las condiciones meteorológicas, la calibración de las máquinas pulverizadoras y la utilización del equipo de protección personal. También son buenas prácticas agrícolas avisar a autoridades, apicultores y escuelas antes de una aplicación; contar con una receta agronómica; respetar los tiempos de carencia y de reingreso al lote después de su tratamiento; y lavar los envases, inutilizarlos perforando su base y llevarlos a un centro de almacenamiento transitorio; entre otras.
Las buenas prácticas agrícolas hoy son un hecho. Como trabajadores del agro es necesario asumir el compromiso de realizar la labor diaria siguiendo estos principios, pero como vecinos, también es importante exigir que se cumplan. Solo trabajando juntos podemos lograr un agro cada vez más sustentable.
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https://www.casafe.org/
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