El pasado sábado 15 de febrero ocho comediantes hicieron reír a cada asistente. Querés saber más del evento? Acá te lo contamos.
El stand up es un género que -ya lo sabemos- busca por excelencia divertir y muchas veces, invitar a pensar y a cuestionar situaciones de la vida cotidiana. Así, el pasado sábado 15 de febrero, en el anfiteatro de la ciudad, tuvo lugar la cuarta edición de un festival que ya es una marca registrada y que, año tras año, abre las puertas a los trabajadores del humor.
Con monólogos que promediaban los veinte minutos, Pablo Picotto, Noelia Custodio, Laila Roth, Juan Barraza, Gonzo Vizan, Fede Cyrulnik, Martín Pugliese y Dalia Gutmann fueron los encargados de hacer reír al concurrido público que -en ocasiones por cuarto año consecutivo- desde las 18 comenzó a llegar alegremente al predio, con ánimo de distenderse y disfrutar.
La noche, como ocurre todos los años, fue particularmente calurosa; digna de un tandil que se colocaba amablemente a la altura de las circunstancias, para que ninguna persona-trabajadores ni espectadores- tuviera que vérselas con el frío que suele hacer usualmente cuando cae la noche. Acompañados de músicos locales, los comediantes brillaron individualmente y también en conjunto, haciendo uso de las instalaciones que la mismísima cervecería Tandilia -uno de los auspiciantes del show- se dió el lujo de montar arriba del escenario (sí, con cerveza de verdad)
Como ocurre todos los años, el público dejó salir un montón de halagos. Asimismo, no faltaron las fotos con los humoristas ni las menciones en las redes sociales, las cuales de un momento a otro se convirtieron en cientas. Las críticas, por supuesto, también estuvieron, con la ventaja de que el equipo de Backstage producciones las supo recibir, escuchar, e incorporar, de cara a sus próximos proyectos.
Es importante destacar que un evento de tal magnitud no ocurre con continuidad.
En los tiempos que corren, el stand up representa un mundo sumamente abarcativo, que abraza diversos públicos y busca entretenerles a todos. Esa mirada también estuvo puesta en el festival. La diversidad de los materiales, de las propuestas y los niveles energéticos tuvo absolutamente que ver con una decisión de acercar a los tandilenses distintos caminos para pasar un buen momento, entre los cuales cada espectador pudiera encontrar su respectiva identificación.
Por lo pronto, brindamos por las propuestas que son -como este caso- integradoras de diferentes expresiones artísticas, detenidas en la calidad de la experiencia general -recordamos que el evento tiene siempre su particular gastronómica, su permiso para llevar mascotas, su consideración para personas con capacidades diferentes y su entrada libre a niños- y esperamos que la ciudad continúe dando paso y facilidades a grupos de personas que buscan contribuir con la cultura y el desarrollo social. Como tandilenses, estaremos siempre atentos a cualquier cuestión que signifique crecer. Que así sea.
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