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Un canal llamado Julieta

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Toca. Canta. Enseña. Recibe. Pero sobre todo, Es.

Por Florencia Lauga

Considero que apenas unos pocos seres humanos se han dado cuenta, a estas alturas, de su condición de canal. Julieta De La Canal es uno de ellos. Cuando digo canal me refiero a su apellido inocultable, pero especialmente a su enorme posibilidad de facilitar lo que no se ve; de conectar en línea directa la tierra con el cielo (Si ustedes se detienen un segundo ahora, de pie, verán que en el fondo no son más que eso, un conector que “comienza” en sus cabezas y “finaliza” en sus pies).

Me siento en un sillón de su estudio de Constitución. Me duele la cintura, me cambio tres veces de lugar. Ella comprende y hace mate, y sin dejar de estar atravesada por su don divino enuncia “No tengo hambre” . “Menos mal” –pienso- porque he llevado conmigo nueces y pasas de uva y la verdad es que me siento un poco en falta. Un bodriazo.

“Soy una persona que cada tanto se mira y hace para atrás” me dice. “Recorro en mi interior un montón de situaciones que me han compuesto. En todo lo que puedo ofrecer hacia otros, hay cosas que viví puntualmente que son las que me constituyen (es ahora que escribo y pienso en la no-casualidad de la calle Constitución) y me permiten dar. Y que son mías”.

¿Qué querés decir? –le pregunto.

“Quiero decir que hoy estoy acá incentivando a la gente a que se exprese, a que acceda a la música de una manera posible, en función de lo que yo creo que es. Todo lo que me compone a mí como persona, me permite estar despierta; (aquí podría tranquilamente finalizar el artículo) y especialmente receptiva a lo que el “otro” precisa, así sea un abrazo, o el espacio para que hable.”



De a poco voy comprendiendo su espíritu. El estudio donde me recibe no es simplemente un lugar en que se dictan clases y –hace un tiempo- se llevan a cabo unos espectaculares ciclos llamados Arte Urgente; sino que funciona como un sitio en el cual se les permite a las personas ser. Ustedes, que están leyendo esta nota; ¿Son capaces de encontrar la diferencia? Partiendo de la premisa de que los humanos andamos a menudo encarcelados, colaborar en transformar eso –justamente- es en realidad lo que ella hace (de parte de todxs, gracias): abrir la jaula.

Me habla enseguida de su elección sexual. Felizmente en pareja con otra mujer, diría que es el asunto que atraviesa nuestra charla, por dos motivos: el primero es que mantenerse en un estado natural es una capacidad que le genera orgullo y alegría y el segundo es que Julieta es Julieta también por eso, por asumir lo que sentía en su corazón y haberse lanzado a decirlo y a contarlo y a transitar la experiencia de vida bajo la premisa de que para ello se necesita; otra vez, una sola convicción: ser únicamente quien se es.

“No tuve la mala suerte de haber padecido un dedo señalador”, aclara. “Si lo han hecho, nunca me enteré”. “Así que no tengo nada que decir de la gente”. También, como es lógico, recuerda sus miedos: “Claro que atravesé los temores normales de comunicar a mi familia las cuestiones, como cualquiera que sabe que sus padres van a sentarse a mirar una decisión”. “Pero después ya no. Nos damos cuenta de que somos personas.” (Me encanta esta parte)

En algún momento, cerca de los veinte, se fue a vivir a Buenos Aires, y durante tres años estuvo alejada de la pequeña ciudad. “Una locura” –me cuenta-. “Comenzaba a trabajar y a estudiar el mismo día, recién llegada”. Sin embargo, no solo lo hizo, sino que aquel camino también le abrió puertas (las de adentro, especialmente) y fue entonces donde apareció una primera pareja homosexual. La miro mientras me habla y, de verdad, en silencio le agradezco el valor, porque nada necesitamos más los seres humanos que ser capaces de asumir nuestro estado natural. Después de la travesía en The Big City, regresó a Tandil y desde entonces es que construye aquí, de manera más consciente. Hoy tiene treinta y nueve.

Fascinados por su enorme talento, los tandilenses golpean su puerta cientos de veces (me incluyo). Julieta da clases de canto aunque reconoce que tal disciplina apareció de manera secundaria, porque su cuestión siempre fue ese instrumento llamado guitarra, aquella exploración. Incluso cantar en ella apareció después, investigando. Sobre esto último, me halagan sus palabras conscientes: “Técnicamente uno puede saber muchas cosas. Pero si no las investigás quedan en esa superficie. ¿No?”. “Creo que hay que explorar.” Sobre su mundo mirado, expone un discurso clarificador -“Habilitar la voz en nosotros, es una herramienta que nos ayuda a ir”- que se sucede de una conclusión alegre y sabia: “Cuanto más despertás partes de tu cuerpo, mejor llevás tu vida”.

Al hablar de sus clases, reconoce que muchas veces en presencia de un alumno/a lo que en verdad se genera es un dúo de sanación: la persona que se acerca trae una cuestión pero, ni bien el canal se abre, ya son ambas las que están sanando. “Cuando doy clases no hay un maestro y un aprendiz. Hay un par. Es dar lo sanado y al mismo tiempo recibir todo aquello que sea necesario para sanar.” “Con la voz, habilitás un conducto de tu cuerpo. Es muy interesante.” De aquí se desprende, a su vez, una idea lógica que hace un tiempo también le llegaba a través de una maestra de eutonía, que es la de asumir que casi siempre, al inicio de este proceso, lo que sale es algo que no le gusta al alumno. “Mirá: Es como abrir una canilla después de un montón de años”. Risas. “Yo que sé, hay una acumulación de sarro ahí, de cosas, lo que aparece al principio no es algo que dé alegría”. Y me obliga a pensar. Y tiene razón.

También me aclara que sus alumnos son de todo tipo: están los que quieren hacer una carrera cantando, y está la antítesis: los que huyen del público. Reconozco que me siento feliz cuando me dice que, según su visión, todas las posibilidades tienen que ser importantes. Al mismo tiempo me doy cuenta -a medida que pasan los mates- por qué la convoco para este suple. Julieta no solo sabe, sino que sostiene que las personas estamos en constante movimiento. Que todo está cambiando. De manera obvia para mí, es esa la información que me trae hasta su mundo, que me impulsa a mandarle mensajes varias veces hasta que el universo finalmente acepta ceder y abre este espacio que compartimos. Sentada frente a ella, no me decepciona; y eso, debo decir, ocurre pocas veces.

“El espacio de la maestra y acompañante es uno que a mí me costó asumir”, me dice. “Tampoco estoy segura de que sea para siempre”. Cuando le pregunto con qué se identifica, la respuesta es certera: tocando. De esta forma, acercarse a compartir con ella sus clases también es un camino para tomar consciencia del presente: es hoy cuando se pueden hacer las cosas. Ahora. Es hoy que el espacio existe y con él, la voluntad de esta mujer que escoge ofrecer lo que ha tomado de la vida, de clases recibidas, de encuentros constructivos. Julieta ofrece hoy, y hay que aprovecharla.

Ahora bien, el estudio que sostiene desde septimbre no alberga únicamente clases. Cada cierto tiempo, también abre la puerta para darle vida a un ciclo que su dueña dió por llamar Arte Urgente. En fusión con una grandísima amiga cocinera -Marina Montenegro-, y usualmente acompañada de su amigo músico Mauricio Legori –aunque también puede variar-, De La Canal propone esporádicamente un encuentro íntimo nocturno, para quince personas que tienen la posibilidad de escuchar música en vivo; deleitarse con sabores nuevos el paladar y, por si fuera poco, pagar por ello el precio que les parezca conveniente, ya que la modalidad es al sobre.

Cuando le pregunto por qué lo hace, la respuesta es clara. “Crear música y compartirla es lo escencial para mí.” Por eso el ciclo se sostiene y al mismo tiempo se da el lujo de poner sus propias reglas. Al mismo tiempo, es un espacio abierto al intercambio. Si los asistentes desean compartir algo desde lo expresivo, lo pueden hacer. “La distancia no es poco”, me dice. “Estamos a menudo acostumbrados a que el artista está en el escenario y esto lo mantiene como magnífico e inalcanzable”. “La idea es trascender esto, ampliar la mirada y, sobre todo, acercarnos”.

Así, el próximo Arte Urgente se celebra el domingo 19 de enero. Quienes estén interesados, pueden mandarle un mensajito por Instagram (@julidelacanalcanciones) y reservar su lugar (vuelan). Del mismo modo, pueden consultar por clases en el estudio (también vuelan) y tener la certeza de que recibirán respuestas honestas.

Final e inicialmente, siento que visitarla significa una apertura. Un camino de ida, un recuerdo de lo escencial, una mirada amorosa y un encuentro con lo consciente. Es que no hay vueltas: ella pertenece a ese grupo de seres humanos que saben por qué hacen lo que les toca hacer.

Anochece. Paso al baño. Me despido y la abrazo.

Me voy de su lugar, agradecida y sonriendo. La vida continúa.

Pasan unas dos horas. Le mando un mensaje. Me doy cuenta de que me olvidé un neceser.

Me parece que quiero volver.

CONTACTO
Spotify: Julieta de la Canal
IG: @julidelacanalcanciones
FB: julidelacanal

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Por @walysaudiovisuales

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