¿Te suena?
“La gente de Tandil es falsa”, “Porque acá, en Tandil, unos te aman y al otro día los mismos te están dando con un caño”, “En Tandil hacés algo y se enteran todos”, “Los tandilenses se pasan intentando mostrar que todo está bien mientras sus vidas se caen a pedazos”, “En Tandil todo el mundo hace como que no, pero está re pendiente del otro”, “A Tandil hay que tomarlo con pinzas”, “En Tandil si no tenés plata no existís”, “Tandil es careta”, “Re”, “Re, re, recontra mil”, “Sí. Tandil es re careta”.
Atiendo constantemente al discurso social. Y afirmaciones como éstas rondan hoy y también desde que yo tengo –muchos- años menos. Como si Tandil fuera una cosa ajena a nosotros, como si no fuésemos quienes día tras día construimos la ciudad en la que vivimos (qué bueno que me puedo adjudicar catorce años fuera! JA!).
Como siempre, traigo ideas arriba de la mesa para que podamos mirarlas entre todos. La idea de que Tandil aparenta, de que las personas hacemos como que todo está bien cuando en verdad no lo está, la idea de la crítica: ¿No les parece que en un momento determinado también se cae?
He mirado de cerca de esta ciudad y he encontrado mucho: algunas angustias acumuladas en personas, pero sobre todas las cosas, ganas de olvidarse de los demás, ganas de centrar la energía en cada uno, ganas de crecer. Si Tandil tiene una cuota de apariencia tiene que ver con que –sí- en algún momento fue un lugar pequeño donde casi te sabías el apellido de quien pasaba por enfrente. Sin embargo, déjenme decirles que si hoy en día saben el apellido de quien pasa por enfrente, en serio, algo extraño está pasando con sus vidas. Me atrevo a arriesgar: no las están mirando.
LAS NUEVAS GENERACIONES
La generación del 80, la del 90 Y NO SE DIGA LA DEL 2000, están conformadas por grupos de personas (me incluyo) que van entendiendo que la energía, el amor y la atención debe estar puesta en el propio ser si lo que se quiere es transitar una experiencia de vida amorosa, amable y feliz. Y esto no tiene que ver con la ciudad de Tandil, sino con una señal clara de la evolución humana. Es por eso que, despacio, quienes podemos comprender esta idea dejamos a un lado los discursos eternos sobre los demás, nos acercamos al pensamiento de que el juicio no tiene sentido en tanto nunca se puede estar realmente en los zapatos del otro, y por si fuera poco sentimos la perfección de la vida, el famoso “todo pasa por algo”.
Claro que en palabras suena esto espectacular, y a la hora de vivenciar un acontecimiento también puede tener su complejidad. Sin embargo, éstas líneas tienen ánimo y espíritu de que, al mirar las ideas de cerca, a lo mejor algo en vos resuene. He tomado –entre otras cosas- la decisión de empezar a tratarte de vos pues, pasados ciertos meses, ya tenemos más confianza. ¿No?
¿Por qué puede tener sentido que dejemos de mirar a los otros? ¿Que dejemos de aparentar cosas para los otros? ¿Que dejemos de estar tan preocupados por lo que dicen los otros? Vamos a verlo.
Cuando yo trabajo en la noción de responsabilidad, voy dándome cuenta, si es que tengo suficiente valor para acercarme a mis propios sentimientos y pensamientos, que de lo único que yo puedo ser realmente responsable durante el tránsito por la vida es de mí mismo. Sí, ya sé que al convertirme en madre o padre soy también responsable de mis hijos-as, sin embargo, incluso eso es no-eterno. Dura una época. De aquí se desprende un concepto con claridad: no puedo ni podré nunca trabajar en transformar de forma y fondo otra cosa que no sea YO.
¿Qué quiero decir con esto? Si yo tengo una noción de Tandil “Careta”, y eso me disgusta; ¿De dónde sale? (…) ¿Cuál es la opción que puedo tomar para transformarla? Bueno pues, ni + ni - : transformar-me. Transformarme a mí. Transformar mi propio yo. Detectar cuándo y cuánto estoy hablando de la vida de los otros: aflojar con eso. Darme cuenta de que ocupo tiempo en criticar: darle un fin. Comprender que no puedo juzgar a alguien sin conocer su historia: cesar. Y sobre todo, bucear en las capas más profundas de mi corazón, esas que me permiten entender que si alguien está queriendo “mostrar” que está bien aunque su vida se derrumbe, a lo mejor es la manera que encuentra de pedir a gritos amor, porque en el fondo, no queremos más que amar y ser amados (¿Sabías que todos queremos lo mismo?)
Entonces: ¿Dónde queda el Tandil Careta? O mejor dicho: ¿Dónde queda el núcleo, la raíz del Tandil crítico, del Tandil Careta? En el fondo de tu corazón.
¿Qué hay, en el fondo de tu corazón?
Parece que no tenés idea.
Por Florencia Lauga
Licenciada en Comunicación, Actriz, Locutora. Tandilense.
Instagram: @florencialauga
e-mail: liberaespacioya@gmail.com
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