La comunicación interna es el diálogo que cada individuo tiene consigo mismo. Acá te la explico.
Por Florencia Lauga
Escribo este artículo porque se los debía pero, sobre todas las cosas, porque cada semana recibo bastantes consultas acerca de cuál es mi trabajo y de qué van las sesiones y charlas que abordan la (ya famosa) comunicación interna. Es momento de plasmarlo también en texto. Muchas personas me dicen “nunca lo había escuchado”, por eso hace sentido contarles tooodo lo que sigue abajo.
En primer lugar, me resulta imprescindible que puedan saber que el trabajo directo sobre esa comunicación es una creación mía. Este no es un dato menor, puesto de que de este modo tanto mis sesiones como mis charlas son únicas, ya que la fusión de los conocimientos que pongo en juego a la hora de trabajar en ellas también lo es. Me gusta aclarar esto en el sentido de que por más énfasis que se ponga en hacer algo similar, sería –literalmente- imposible, pero quisiera que entiendan que eso responde a que las herramientas que hacen posible este desempeño son solamente mías porque tienen que ver con mi propia vida. Aquí confluyen elementos del teatro (como los niveles de la consciencia corporal, el subtexto, entre otros), los viajes por el mundo que hago continuamente para poder nutrirme y luego nutrirles a ustedes (que son mis propios viajes, por lo tanto son irrepetibles), mi formación académica en comunicación, mi formación como locutora, mi formación como doblajista (todas esas son propias), mi experiencia de años trabajando fuera de la Argentina como coach, tanto de vida como artística, mi investigación a otros profesionales que se dedican a mirar la vida y –sobre todo- mi propia experiencia personal, mis consultas personales, las herramientas e intercambios que indican mi propio nivel de auto-conocimiento y que me ponen a la altura de –estas- circunstancias, en donde estar es mi pretensión. ¿Por qué cuento esto? Porque todo lo novedoso requiere una explicación. Asimismo, descreo mucho de las formaciones formales del tipo que sean en individuos que no se han acercado a sí mismos. Mi amor profundo por la vida es incomparable a otro, pero por favor, entiendan esto: no es porque sea mejor, sino porque es mío. Mentes y corazones amplios comprenderán sin problema estos conceptos, como también la evidencia de que todos somos, en el fondo, una unidad.
Mi sugerencia es que en cualquier disciplina que busquen se acerquen a seres que saben para qué viven. Sigo avanzando.
A nivel empresarial, la comunicación interna es la comunicación entre todos los individuos que hacen posible una empresa (dueños, socios, herederos, empleados); mientras que la comunicación externa es la comunicación de todos ellos con los individuos que vienen de afuera: proveedores, clientes, consultantes, la mal llamada “competencia”(esto es una ilusión), y todo aquel que se acerque a la empresa y no forme parte de ella.
Ahora bien, a nivel individual o personal, me voy a detener un poquito más. Aquí, la comunicación interna es el diálogo o discurso que tiene el individuo consigo mismo. Esto es inherente al ser humano. Lo tenemos absolutamente todos. No existe un individuo sin comunicación interna. En ocasiones, este discurso puede tener sonido (te descubrís, alguna vez, hablando contigo en voz alta?); sin embargo, siempre está en el pensamiento y en el sentimiento.
La comunicación externa, en cambio, es la comunicación de este mismo individuo con todos los demás. Esto es: pareja, hijos, hijas, amigos, amigas, familia, compañeros de trabajo e incluso desconocidos.
Ahora bien: la cantidad pero sobre todo la calidad de la comunicación interna en el individuo determina la cantidad y calidad de su comunicación externa.
En esas dos oraciones se encuentra la explicación a la pregunta de por qué es TAN importante y fundamental que seamos capaces de empezar a mirar qué es lo que nos estamos diciendo. Sigo avanzando: en lo que nos estamos diciendo radican las más fuertes creencias, los más grandes mandatos, y ¿Saben qué? (agárrense porque esto no les va a gustar) las posibilidades de expansión de nuestra propia vida, el acceso a las mejores experiencias, a las de más alta calidad, plenitud, gozo, éxito y felicidad.
Entonces: por un lado, en mi propio discurso está la llave que abre más puertas para mí. Y por otro lado, en la calidad de ese mismo discurso radica la clave para poder comunicarme más y mejor con las todas las personas, que en filosofía contemporánea y de la mano de mi querido amigo Darío Sztajnszrajber (Voy a usar esto como ejemplo: me da mucha ternura cuando, por obvias razones, la gente me escucha pronunciar su apellido y se queda pasmada mirándome como si fuera una misión imposible: NO. Esa idea de que el apellido de Darío es “impronunciable” ; ¡Es parte de su comunicación interna! Justamente: lo que ustedes se dicen a sí mismos es que no lo pueden pronunciar, por lo tanto: no lo hacen) sería lo conocido como: la otredad. Y ¿Quién no quiere mejorar su comunicación?
Ahora bien: hay algo más. Según mis investigaciones, a los seres humanos 2019 (y 2018, y 2017, y 2016, etc. etc.) nos quita el sueño o nos convoca en exceso la idea de libertad. De manera tal que –a través de diferentes vías y caminos- me he lanzado a mirarla de frente para encontrar qué significa realmente. Encontré lo siguiente:
La libertad es, ni más ni menos, que la posibilidad de ser coherente constantemente entre lo que se siente y se piensa, & se hace y enuncia.
Entonces, he visto cómo a los humanos nos encanta decir que somos libres, y sin embargo, en ese deseo de coherencia no conseguido están las mayores frustraciones, desconexiones y –obviamente- la muestra de que no sabemos vivir libremente (o, al menos, no todos nosotros).
Por todos estos motivos, abrí la puerta a sesiones individuales donde –mate de por medio si viene bien- nos lanzamos a mirar (sin verdades absolutas) en qué andan los propios discursos de el/la consultante, donde ponemos arriba de la mesa imaginaria todas las creencias, lo que se ve y lo que no como posible, y volvemos a mirarlo, y volvemos a re-visarlo, y a darle la vuelta. Miramos la idea de tiempo (mucho del contenido de estos estos encuentros está basado en la filosofía), desentrañamos sus manías, sus engaños, nos damos cuenta de la ilusión de ciertas cosas, y especialmente, miramos al AMOR de cerca, a la idea de unidad de cerca, al entendimiento de que somos la misma cosa con ojos amorosos. Nos encontramos, uno en el otro.
Del mismo modo, cada charla y conferencia que ofrezco tiene este ánimo.
Así que, mis queridos lectores y lectoras (porque este puede ser el suplemento mujer pero aquí llegan todos) estoy convencida de que ( ¿Recuerdan lo que dije al inicio? ) el camino para ser felices tiene que ver con ser capaces de acercanos a nosotros, de comenzar a decirnos las más amables palabras, las más enriquecedoras, de ser lo suficientemente valientes como para encontrar la coherencia que una sesaciones con discurso y acción, para que nada ni nadie nos detenga con SUS PROPIOS PENSAMIENTOS o SENTIMIENTOS, para que puedan comprender que su experiencia de vida sigue, tiene sentido y es valiosa si están aquí.
Quiero aprovechar este artículo para dar gracias a cada persona que me escribe, me dice, me manda, me pregunta, me abraza y me impulsa a su manera. Desde mi corazón, la más enorme gratitud. Yo les amo también.
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