Melisa Aramburu tiene veintiún años, un hijo increíble y una vocación: hacer uñas. Signo de una generación que solo va detrás de lo que la hace feliz.
Hace aproximadamente cuatro años que empezó con un hobby. Sin reparar en el futuro, el mundo de las uñas se convirtió en su trabajo.
Melisa es dueña hoy, en Tandil, de Toda Bella, un espacio donde las mujeres se acercan para diseño y service de manos y pies.
“Hice el primer curso acá en Tandil, uno en Mar del Plata , y luego una capacitación de una academia de Buenos Aires llamada Uñarte”, cuenta revisando en sus recuerdos. Al mismo tiempo, se alegra de reconocer que sus clientas siempre vuelven a verla.
Una cuestión importante, en su experiencia de vida, tiene que ver con su hijo Milo: “Trabajo con mi bebé hace dos años, yo creo que quienes vienen a Toda Bella me eligen por mi forma particular de trabajar. Siempre lo hago con amor, tratando de ser mejor, y mi publicidad funciona por el boca a boca”
Por el momento los servicios que ofrece son esmaltado semi permanente, kapping gel, y uñas esculpidas. Últimamente, además, está decorando mucho a mano alzada. ¿Su intención actual? Seguir con lo que hace, porque le va muy bien y le encanta. Lo que venga después, nadie lo sabe.
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