Se acerca un final de año, una época festiva, un tiempo de celebraciones, o al menos a esto nos hemos acostumbrado. Deseos y más deseos. Intenciones de un mañana mejor. Búsquedas mágicas de la felicidad. ¿Esperanzas?
¿Qué nos colma de satisfacción cuando celebramos, cuando alzamos nuestras copas?
Más que las fiestas religiosas o el final de un ciclo calendario, lo que nos une y reconforta es el encuentro, lo compartido, las miradas que se cruzan. La magia sucede cuando nos despojamos del juicio, cuando abandonamos finalmente la agobiante rutina del juego de los roles, del deber ser y del poder. Cuando la mente descansa en la sencillez del amor, somos libres del tiempo, libres de desear.
Porque el deseo es como una flecha lanzada al mañana. Dime: ¿cómo esperas que dé en la diana cuando tienes los ojos cerrados al tensar el arco del Presente? Sin embargo, insistes con alzar tu copa vacía del hoy. ¡Ocúpate de colmarla! ¿Puede acaso el regalo de la Vida llegar a ti, excepto a través de un hoy? Y si la Vida te trae dolor, sufrimiento o angustias del corazón, abrázalas también, pues son parte del crecer.
Cada vez con más asombro atestiguo el cambio de percepción en relación a la velocidad del tiempo. Parece escurrírsenos como arena entre los dedos y, cuanto más anhelamos retenerlo, más intrépido se escabulle tras el siguiente pestañeo. ¿Cómo hemos de atesorar los regalos de la vida si estamos cautivos de las agujas del reloj? ¿Cómo hemos de aprender de lo difícil y del dolor, cuando no hay espacio para la reflexión, ni silencios, ni escucha?
Durante 363 días del año somos como una flecha sin su arco, como un arroyo sin sus orillas, como el otoño sin el viento, como un enamorado a quién su amada ignora, como la abeja sin sus flores. Y la desdicha es nuestra compañera, más nuestros pies están cansados y tan agrietados como el fulgurante y reseco suelo del desierto de la vida que transitamos en agonía. ¿Por qué corres? ¿Hacia dónde te diriges? ¡No claudiques ante el tic tac del reloj! ¡No busques la realización! ¿Acaso crees que en sólo 2 días festivos calmaras tu dolor?
En este tiempo te invito a la sincera reflexión, a mirar con el corazón. Abandona tus deseos y pretensiones. ¡Alza tu copa vacía de deseos! El presente que tienes ahora en tus manos pronto buscará otros destinos, besará otros labios y danzará al compás de otras Almas.
Es por ello que no tengo nada para desearte a ti. ¿Cómo puedo, con tal pretensión, condenarte a un presente sin causa y sin razón de ser? ¿No comprendes aún que siempre es hoy? ¿No ves acaso la futilidad en el "querer ser", cuando Ya Eres?
Felicidad es cuando sientes la presencia a cada momento, cuando eres consciente del regalo de la Vida que trae cada aliento, cuando aprendes a crecer en el dolor. Evidencia esta simplicidad, recoge los frutos del árbol de la Vida que ha decidido echar raíces en el jardín de tu corazón.
¡Alza tu copa! ¡Alza tu copa vacía de deseos!
A través de Alejandro D. Gatti
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