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Viernes 22 de Septiembre de 2023 | 1:19 |

Biografía biológica – Parte 2

ESCRIBE ALEJANDRO GATTI $datos[

Habíamos hablado en la primera parte de esta nota sobre la importancia de comprender de dónde venimos y cuáles son nuestros códigos heredados para la prolongación de la especie.

Códigos que se han ido perfeccionando con el paso de millones de años, siempre en vías de una readaptación que garantice la supervivencia, la trascendencia evolutiva.

 

Todos los organismos vivos heredamos información (genes) de nuestros antepasados. Pero no sólo heredamos genes, sino también mecanismos y programas que nos asisten y que nos acompañan, de manera inconciente, en el camino de la existencia como miembros de una cadena ininterrumpida de perpetuación de la Vida. Esta Vida, que tiene un propósito propio, el cual excede nuestras demandas y diminutas exigencias, ha ido “actualizando esta información” de acuerdo a las necesidades de cada especie.

 

La teoría convencional ha intentado hasta hora atribuir toda esta información al área de la genética, pero han olvidado algo muy importante, la morfogénesis y los programas de la Naturaleza que alberga el cerebro. De esta simplificación de la ciencia ortodoxa surge que las palabras hereditario y genético sean tratadas como sinónimos. En verdad no lo son. ¿Qué heredamos en verdad?

 

Heredamos una especie de “paquete” de información que es filogenética, que es de toda la especie y que está impregnado pro las experiencias de los anteriores y por la finalidad de este plan mayor que nos contiene. Se hereda no sólo un código genético (ADN) sino además formas de comportamiento, conductas, respuestas y diversos mecanismos para afrontar la existencia.

 

Lo que más tarde se convierte en algo hereditario, fue primero un comportamiento adquirido (no heredado de antes) , sino producto de una forma de comportamiento o de un determinado funcionamiento orgánico (del organismo antepasado), Por ejemplo los camellos, nos cuenta Sheldrake en su libro “la presencia del pasado”,  tienen en sus rodillas callos muy gruesos. “Podríamos decir que es una característica adquirida, pero las crías ya nacen con estos callos. Dichos callos fueron adquiridos por camellos ancestrales como resultado de su hábito de arrodillarse, y durante muchas generaciones esta característica fue convirtiéndose en hereditaria, incluso los embriones ya las tienen antes de tener oportunidad de arrodillarse”.

 

Este análisis de lo heredado, de nuestra biografía biológica arcaica, dista de la creencia ortodoxa neo-darwinista de la mutación genética.

 

Resulta importante recordar la perfecta sincronía entre psique, cerebro y órgano propuesta por el Dr. Hamer, lo que facilita la comprensión de por qué puede heredarse un programa de supervivencia condicionado por las experiencias de nuestros antepasados. Si nos vemos como un organismo interrelacionado podemos ver claro cómo es que los impactos percibidos individualmente re-activan en el cerebro estos programas y se enciende así una respuesta de asistencia muy acotada a la percepción individual y subjetiva del sujeto que la experimente. Pero esta subjetividad también responde a ciertos patrones de los ancestros, de nuestros antepasados más próximos.

 

Si pensamos en la capacidad de un niño para aprender a hablar lenguas sabemos que es algo heredado. La capacidad para aprender se hereda. Pero no se nace con la capacidad innata de hablar, debe aprenderse. Ahora bien, más allá de esta condición de los humanos, está la información programada del propio sistema familiar. Puede entonces que el niño tenga más facilidad para alguna lengua en particular y que ello se deba a la influencia de su propio sistema, a la pertenecía y a la lealtad invisible que emerge de él.

 

 Si prestamos atención a todas estas cuestiones podemos ver que somos parte de estos marcos de referencia más amplios que nuestra conciencia personal, que nos contienen redes que no manejamos, que somos un eslabón de una cadena, una puntada de un tapiz. ¿Qué hay entonces del libre albedrío? ¿Será que podemos decidir algo por nosotros mismos, o nos engañamos para sentirnos poderosos?

 

Estas y muchas otras cuestiones podemos replantearnos cuando comprendemos que somos parte de un Todo mucho más grande, mucho más sabio y que tiene sus propios fines y del cual somos instrumentos o medios. Antes de enorgullecerte de tus logros mira amorosamente más allá de tus intensiones personales y dale el lugar que tiene a esa fuerza de la Vida que viene de atrás. Eres sólo una puntada de la aguja de la existencia.

A través de Alejandro D. Gatti

 

Nota relacionada: Biografía biológica – Parte 1

http://www.abchoy.com.ar/leercreaconciencia.php?id=118821&titulo=biografia_biologica_parte_1

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