Mucha gente da extremada importancia a la forma. Es por ello que, si no están en el extremo de la balanza de la justificación, lo están en el extremo del juicio. Es así como, a raíz de esta eterna dicotomía, constantemente ven dos donde sólo existe lo uno.
¿De qué sirve un cántaro si no puede ser colmado?
En apariencia eres como una vasija rota o un cántaro vacío, cuya única posibilidad es la ser exhibido en un museo.
Sin embargo, cuando se trabaja sobre la substancia, que es el contenido que da sentido al envase, se abren las puertas a la comprensión de la importancia de ese espacio sagrado, y se arriba al sentido profundo de la existencia. Aún a pesar de su invisibilidad, esta cualidad no puede ser ignorada por el ojo del corazón, que conoce.
Ciertamente reconocer lo que somos en naturaleza y en Alma, más allá de las apariencias, tiene profundos impactos sobre las apariencias. El contenido hace útil al envase y esa utilidad lo impregna de dignidad. Así, el propósito se hace evidente y la existencia ahora se completa.
En lo cotidiano la substancia se reconoce por la Presencia, estado de atención sin tensión, donde el experimentador es parte de la experiencia. Esto significa que estoy participando activamente, con todo lo que soy, de los acontecimientos del mundo con la clara visión de que mis pretensiones individuales están contenidas en una red mayor, cuyas fuerzas son guiadas por una Conciencia colectiva.
Si reconozco esta fuerza, que es la misma que constituye el contenido de la esencia, entonces el envase o la forma, que marca un límite imaginario entre lo interno y lo externo, solo puede ser visto como un medio que transporta esta substancia desde un extremo de la Vida al otro. El problema se presenta cuando creemos que somos el medio de transporte. Entonces el viaje se vuelve una carrera contra el tiempo. Todo se trata del transporte y de sobrecargarnos al máximo.
¡Antes de cargar los platillos de tu balanza, asegúrate de haber comprendido que lo fundamental no está en la forma, sino en reconocimiento de la capacidad de ser colmado!
En la dicha de la serena vibración del cosmos, que se expande en el pecho con cada inspiración, eres el propio anhelo del Uno, que es tu destino y tu camino también.
Es cierto que el cuerpo, arcilla y agua, anhela el regreso al polvo, que es su origen y destino, tanto como la substancia ansía el regreso al Uno, Creador de los mil mundos, que es su origen y destino.
¡Deja ya de imprimir la desgracia en el rostro de la muerte! ¿No ves acaso que ambos, cuerpo y Alma, son libertados de la prisión del mundo cuando emprenden el regreso a su digna morada?
A través de Alejandro D. Gatti
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